Tchaikovsky, obertura-fantasía “Hamlet“ | Arquetipo del pasional de la Gran Madre
Fantasías interpretadas por Juan de San Grial :
Juan de San Grial solo trabaja a nivel de arquetipos. El espacio físico-localista en el tiempo es una condicionalidad que incomoda al arquetipo y la mayoría de las veces lo obstruye. Hay que ver en el trasfondo inmortal, leer el corazón que se descubre “entre lineas“, sintiendo el palpito espiritual que expresa más allá de la ortografia o la musicalidad tematica. De este modo enteraremos con él en el corazón del Arquetipo que vive y respira ahora mismo de modo nuevo y perfecto. Ningún preconcepto sobre “Shakespeare, ni Rusia, ni el Amor , el drama de Hamlet o la cristianidad“... nos ayudarán, mejor escuchar de modo por primera vez. Asi que desvelemos los arquetipos:
Hamlet - es el alma pura que anhela el amor divino
Santa Rusia de Kiev - Representa la Madre Espiritual dando a luz en medio de la oscuridad
Cristiandad - es el teogamismo eslavo cataro y bogomilo
Drama principal - Transfiguracion de la actual civilización basada en mezcla en una nueva Teocivilización pura
El sufrimiento - el pasional necesario para que descienda las beatitudes y renueva el mundo hacia el consolamentum divino trás el tercer Gólgota.
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“La manifestación del arquetipo en la presente civilización está vinculada sobre todo con la música...
Piotr Ilich trata de conocer el arquetipo. Comprende que la ortodoxia está igual de lejos del arquetipo ruso como la mezcla del brahmanismo y el judaísmo lo está del arquetipo eslavo-teogámico. Tchaikovsky continúa: “Tengo en mi cabeza tanta confusión: no sé a qué adherirme, en qué y en quién creer. No creo en
la inmortalidad y en la beatitud, ya que estas son imposibles sin sufrimientos (!!!)
Pero al mismo tiempo creo que veré a mi querida mamá a la que amé locamente. Sin duda la encontraré... Y mi único consuelo es la música. Me lo aporta ella por su naturaleza. La música es mi amiga, mi consuelo”.
La música para Tchaikovsky es la musa
y la divinidad ¡Trae consuelo y al mismo tiempo, al nivel de las vibraciones, transmite los arquetipos consolamentadores del Monte del Ruiseñor, la alegría de la existencia nueva!
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Toco de manera conceptual. Veo a Rusia, borrada de la faz de la Tierra, entregada al anatema, al cadalso, a la guillotina... A la clara y bondadosa Rusia que se torna sola en colores de Kustódiev.
¡DEVOLVERÉ EL ARQUETIPO! Por el éter transmundial, mi música se transmitirá a Rusia y la gente dirá: “Padre Juan es aquel que conoce el arquetipo ruso, no al nivel de los libros ni de internet ni al nivel de las bibliotecas, sino en vida. ¡Dadnos a padre Juan!”. Y padre Juan va a Traquetear en el carruaje, a lo largo de tres mil kilómetros...
La obertura-fantasía ‘Hamlet’ no tiene para mí ninguna relación con Shakespeare. Indudablemente, es una melodía rusa. Aquí está manifestado el regreso del ARQUETIPO DE LA MADRE. Se manifiesta en sus virtudes: el amor celestial, la bondad celestial y la sabiduría celestial, la hermosura...
¡La Madre Divina es tan hermosa! Todas sus virtudes son superiores a las posibilidades humanas: son superantes.
El tema principal y también, en realidad, toda la organización de la obra musical descubre su amor. ¡El segundo tema es el amor que toda la humanidad da como respuesta, la avanzadilla de las fuerzas de la luz, el comienzo de la Teocivilización!
El miedo, natural para los terrestres, ante las puertas mortales y los ángeles que las guardan, se sustituye por el canto triunfante de Minné que se revela por primera vez en la 84ª civilización: aquí, ahora, de manera yuródiva, en la fantasía libre de Piotr Ilich Tchaikovsky sobre el sujeto de la saga danesa, encarnada en la tragedia de Shakespeare.
Las obras, tanto de Shakespeare como de Tchaikovsky, son arquetípicas. En el comienzo de la fantasía de Tchaikovsky vemos el florecimiento eslavo-teogamita, ¡la Santa Rusia más allá del bizantinismo!
Ningún teólogo pudo llegar hasta el arquetipo ruso, y Tchaikovsky lo consiguió con el Espíritu Santo. El Espíritu divino actuó, no a través del metropolitano Filareto Drozdov, contemporáneo de Pushkin y autor de la catequesis ortodoxa, sino a través de Piotr Ilich, ajeno a la teología. ¡Las puertas se abrieron a quien tenía el corazón lloroso! Dentro de nosotros suena la fantasía arquetípica de Tchaikovsky.
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El pianista debe tocar con llanto interior. Las lágrimas exteriores son una mala manera de interpretación. El que tiene que derramar lágrimas es el corazón.
El alma está obligada a trabajar. ¡Ninguna nota sin alma, pues si no, no dice nada! Cada nota está dirigida a un interlocutor invisible. Nuestro interlocutor invisible es el Padre del puro amor.
El misterio del consolaméntum verdadero es: los interlocutores inicialmente escondidos (místicos, celestiales, eternos) se hacen siempre más y más reales. Estáis entrando en la partitura del consolaméntum.
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Tchaikovsky, obertura-fantasía “Hamlet“ | Arquetipo del pasional de la Gran Madre