Alfonso Rojo: “El tirón de orejas de Losantos, la infame tropa de Sánchez y el trono de Zapatero”

Nos dio el otro día, a cuenta del Rey de España y de la infame Ley de Amnistía, un fuerte tirón de orejas Federico Jiménez Losantos. ¿Y saben una cosa? Tenía razón el puñetero Federico. En contra de mi naturaleza, en lugar de cortar en seco a Bertrand Ndongo y resto de la banda, por eso de parecer un jefe comprensivo y tolerante, les deje soltar unas cuantas barbaridades sobre el Monarca. Y al final, en ‘El Pentagrama’, que es un programa estupendo, dimos la impresión de sumarnos a esa inquina contra la Monarquía, que practican el PSOE y sus colegas de la Coalición Frankenstein. Mi padre, que tuvo 9 hijos y era un tipo tan estricto como inteligente, solía decir que ha salvado más vidas una hostia a tiempo que le penicilina. Es verdad. Cuando Ndongo afirmó estar hasta las bolas de la pasividad del Rey, yo debería haberlo frenado en seco, porque imaginen que tuviéramos una república y que en esta fase de fango hubiera que ir a buscar al Jefe del Estado entre esa fauna que pone España en almoneda. Da grima pensar que un cenutrio como Zapatero, con los votos de los proetarras de Bildu, los de los xenófobos de Junts, los de los peseteros del PNV, el de Rufián y comparsas, los de los zarrapastrosos de Podemos, los de la teñida Yolanda, los de Compromis, BNG y algún otro merluzo estuviera donde está Felipe VI, sancionando leyes ‘made in Conde Pumpido’ y ejerciendo de comandante en jefe de las Fuerzas Armas. La Constitución limita hasta el paroxismo las funciones del Rey, sobre quien hemos hecho Pecker y yo una encuesta callejera que no tiene desperdicio que pueden ver en Periodista Digital, pero sigue siendo imprescindible que la atribulada democracia española cuente con esa clave de bóveda. Estoy seguro que es persistente entre nuestros ‘progres’ el sueño de ver con fajín de capitán general a Zapatero, el que no se levantó al paso de la bandera, el que sacó como conejos a nuestros militares de Irak, el que considera hombre de paz al secuestrador Otegi, el que adora al chavista Maduro y considera que España es un concepto ‘discutido y discutible’. Caso contrario, no se entiende la animadversión que esa cuadrilla que aplaude a la comisionista Begoña y abraza al defraudador hermano de su jefe, profesa al viejo Rey Juan Carlos y como se esfuerza para evitar que la Princesa Leonor sea declarada hija adoptiva de Mallorca o para que, en Navarra, se acuse a la Monarquía de corrupta. En función de todo eso y después de que Losantos nos sacudiera lo suyo, dí órdenes estrictas a la aguerrida tropa de Periodista Digital de no meterse en polémicas con él. Ni comentarios, ni tuits, ni leches. Federico es bajito, pero no pequeño y no ando yo -a estas alturas- como para buscarme gratuitamente enemigos. Y encima brillantes.
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